César Jiménez arregla un poco en el sexto una tarde que se iba sin nada
interesante en el ruedo. La condición de las reses no permitió apenas que César
Rincón y Morante de la Puebla intentaran el toreo. Jiménez, muy decidido en el
que cerró plaza, trenzó una faena cuyos momentos álgidos fueron el inicio de
rodillas y las tandas con la diestra. Mató a la primera y cortó una oreja. El
monosabio Luis Durán, celoso cuidador de los caballos, se llevó una tremenda
ovación.