Jesús Enrique Colombo y Carlos Ochoa saludan una ovación en la novillada de la Feria de Otoño

miércoles 27 de septiembre del 2017 - Reseña



Jesús Enrique Colombo, que se despedía de Las Ventas como novillero, y Carlos Ochoa, que se presentaba como novillero con picadores tras abrir la Puerta Grande en su etapa sin caballos, saludaron una ovación en la novillada de la Feria de Otoño. Se lidiaron novillos de El Ventorrillo, bien hechos, que en la primera parte se vinieron abajo y en la segunda parte sacaron más temperamento. Destacó el sexto que fue el mejor del encierro. También se despidió de Madrid como novillero Leo Valadez que fue silenciado.
Carlos Ochoa se presentó con una larga cambiada en el tercio. El novillo burraco salió suelto en el recibo. El primer puyazo quedó trasero y ya en el tercio de varas se vio que iba a durar poco. Brindó la faena a su apoderado Rafael de Julia y tras colocarlo en los medios instrumentó dos tandas por el derecho. El animal no humilló pero sí repitió. Por el izquierdo protestó más y comenzó a venirse abajo. De vuelta a la derecha se arrimó, y se lo pasó por la espalda pero el público pidió brevedad. Mató de un estoconazo y el novillo dobló pronto. Saludó desde el callejón. Tras el sexto, que fue el más claro, salió al tercio a saludar. El castaño empujó en las dos varas y se desplazó en la muleta con fijeza. Ochoa había brindado al público para comenzar citando en los medios con la derecha. Cuando le cogió el aire por el izquierdo fue volteado sin consecuencias. Mató de media estocada y descabello.

Jesús Enrique Colombo demostró sobrada capacidad con el capote y la muleta en sus dos novillos. Un inicio torero con el primero de la tarde fue lo mejor de una faena de más a menos por la condición del novillo al que le faltó transmisión y se vino a menos. Hubo un final al natural con la derecha muy templado que no llegó al público. Mató de estoconazo y no salió a saludar la ovación desde el tercio. Anduvo variado con el capote de salida con el cuarto y destacó el segundo par de banderillas al quiebro y el tercero hacia los medios cuando el novillo apretó. Leyendo la tarde, no lo picó mucho y sacó fiereza en el inicio de rodillas en los medios hasta que lo cogió sin consecuencias. Luego de pie se le volvió a colar. El final por bernadinas tuvo riesgo pero pinchó feo con la espada recibiendo antes de la estocada fulminante y saludar una ovación. 

Las verónicas de Leo Valadez fueron el comienzo de la actuación frente al segundo, un novillo blando de manos que fue protestado por esta condición. Hubo series al natural que no llegaron al público dada la circunstancia. Estrecho y alto el quinto, le hizo un quite por lopecinas y trató de acompasar, especialmente por el izquierdo, la embestida algo alocada e incierta del novillo. Anduvo mal con la espada en ambas ocasiones.



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